lunes, 12 de febrero de 2018

Más allá del triangulo de las Bermudas


La nueva Semana Santa es para elites, y no lo digo por aquellos que tienen la suerte de tener abonos en la carrera oficial o acceso a balcones privilegiados. Conocimiento del callejero del casco historico de Sevilla y sentido de la orientación, tener en la mente horarios e itinerarios, saber calcular la longitud de los cortejos, tener una idea de la velocidad a la que pueden avanzar las cofradías, son cosas imprescindibles.

Cualquiera puede ver que hay básicamente dos clases de público, el que se patea la ciudad, y el que planta su sillita a las primeras de cambio sobre todo en aquellas calles por las que pasan varias cofradías. Se critica el coto cerrado que puede suponer la carrera oficial, y sin embargo para bien y para mal no se habla de momentos sublimes que se pueden sentir en cuanto el cronometro y las vallas lo permiten.

Una de las cosas en la que pocos caen, volvemos los conocimientos sobre el callejero y los itinerarios y horarios de las cofradías, es situarse en zonas que nos permitan una salida cómoda, eso o tener paciencia y esperar unos minutos a que se vaya disolviendo la bulla. Y sobre todo, salvo que tengamos el paso justo delante, no situarse en las bocacalles, al fondo siempre hay hueco.

Nos tendremos que ir acostumbrando a prescindir del prime time cofradiero, esto es de seis de la tarde a diez de la noche, y aprovechar el horario matinal, la salida de las cofradías de los barrios más alejados, primeras horas de la tarde, y vivir con intensidad el late night.

Llama la atención que no se le meta mano a aquellos que acampan en lugares en los que no está permitido hacerlo. No lo digo yo, lo dicen las señales con las que riega nuestro ayuntamiento algunas zonas y que parece que están de adorno. Se retiran papeleras, contenedores de basura, se retranquean algunos kioskos, se quitan veladores, pero hay calles por las que literalmente no se puede pasar desde horas antes que aparezca la cruz de guía por allí.

No está resuelto en absoluto que hacer para que toneladas de basura no acaben esparcidas por el suelo. Sin ir más lejos el Domingo de Ramos la calle Cuna tras el paso de la Borriquita parece el escenario de un botellón una noche de fin de semana cualquiera.

Se critican los planes de seguridad del CECOP, pero los cofrades de a pie hacemos en general muy poca autocritica. Igual soy un bicho raro, pero mi forma de ver cofradías, donde y cuando, va cambiando con el paso de los años, huyendo de mitos y de lugares mitificados, e intentando buscar sensaciones y emociones; es curioso ver a quienes no entienden otra forma de ver cofradías que no sea cangrejeando delante de los pasos, y a aquellos que más que a ver, van a ser vistos.

Cada vez me resultan más tiernos y encantadores esos tramos de nazarenitos, que desprenden una alegría equivalente a la del día de Reyes, y me causan más admiración los últimos tramos, en los que las manos, los ojos y los andares de los nazarenos revelan toda una vida en la hermandad, detalles que se les escapan a muchos.